lunes, 27 de mayo de 2013

LOS LLAMADOS AGENTES SOCIALES, LAS CÁMARAS DE COMERCIO Y OTROS EMBROLLOS POLÍTICOS (II)


En la entrega anterior, he querido explicar la importancia que nuestro texto constitucional otorga a las organizaciones de los empresarios, a las que adjudica la defensa y promoción de los intereses económicos que les son propios, en el ejercicio de su libertad y funcionamiento democrático.

Ello conlleva indudables derechos y obligaciones que, a juicio de muchos empresarios, deben ser observados escrupulosamente y respetados porque, al hacerlas depositarias de la representación de las empresas, la Constitución decide que en la gestión de los mismos su papel es fundamental. Y no solo en aquello que ha dado en denominarse como “diálogo social” sino en toda otra cuestión de carácter económico que afecte o pueda afectar a los intereses que les son propios.

Pero así como en la transición los sindicatos libres de los trabajadores no tuvieron demasiados problemas para afirmar su acción y proyectar su futuro, las organizaciones de los empresarios se encontraron en situación distinta. Unas potentes organizaciones casi centenarias, corporaciones de derecho público, de adscripción obligatoria, cuya finalidad era y pretende seguir siendo la defensa de los intereses generales de las empresas – industria, comercio y servicios – con estructura y financiación públicas, operaban en el mismo ámbito, representaban a los mismos actores y, con reglas de juego distintas, perseguían parecidos objetivos: LAS CAMARAS DE COMERCIO, INDUSTRIA Y NAVEGACION.

Ajeno a esta situación, el Gobierno ha decidido aprobar el anteproyecto de Ley de Cámaras de Comercio, Industria y Servicios para su debate y, en su caso, aprobación en el Parlamento y, como hemos dicho, ello tendrá un efecto sobre las organizaciones patronales. Dada su  importancia y la repercusión que de seguro tendrá el asunto, merece la pena recordar la historia de las Cámaras y los desencuentros habidos entre ambas instituciones desde el mismo comienzo de la democracia.

Las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación, herederas de los gremios y los consulados,  iniciaron su andadura al amparo del Real Decreto de 1886, como “asociaciones voluntarias, libres y privadas”, con un vasto catálogo de competencias y escasos medios, por lo que el Real Decreto de 21 de Junio de 1901 amplió sus atribuciones y recursos, calificándolas como establecimientos públicos, con representación del comercio y la industria. No obstante, la carencia de recursos llevó al Gobierno de la época a promulgar la Ley de Bases de 1911, reconociendo la pertenencia obligatoria de todas las empresas, en calidad de electores y la contribución a su sostenimiento por parte de las que tuvieran beneficios.

Ya en plena democracia, La Ley 3/1993, de 22 de Marzo, reforzó su papel como corporaciones de derecho público, y tras diversos avatares, por la oposición de las patronales agrupadas en CEOE y la desafección de una gran cantidad de empresarios descontentos con el sistema dual que representaban, el Real Decreto Ley 13/2010 de 3 de Diciembre eliminó la pertenencia y pago obligatorios para todas las empresas.

Es absurdo e inútil discutir la importancia y el papel histórico de las Cámaras, sus aportaciones a la economía, al crecimiento de las empresas y su relevancia institucional en determinados momentos de nuestra historia económica. Como lo es minusvalorar los apoyos que han venido prestando a multitud de empresas de pequeña dimensión o el valor de su marca ante los desafíos internacionales del comercio o, en otro orden de cosas, el importante patrimonio acumulado de algunas de ellas que merece ser reconocido y exaltado.

Pero también es necesario analizar lo sucedido durante el transcurso del periodo democrático y los conflictos, desencuentros y hasta enfrentamientos entra las patronales libres, diseñadas por nuestra Constitución y las Cámaras, como entes públicos. Por eso,  creo que es bueno recordar todo ello. Recordar porque, como dijo Aristóteles “ gracias a la memoria, se da en los hombres lo que se llama experiencia” y lo vivido entre ambas instituciones, con mayor o menor reconocimiento institucional, si no se le pone remedio, se puede reproducir en los próximos tiempos.

Muchos empresarios que hemos vivido aquellos momentos, recordamos la presión del Gobierno de Felipe González en favor de una nueva Ley de Cámaras plenamente constitucional, así como el posicionamiento y las duras frases de José María Cuevas sobre la nula necesidad de unas instituciones de derecho público que limitaban el fortalecimiento y el avance de las patronales libres. También las promesas de los distintos partidos, en el gobierno o en la oposición, dispuestos a  resolver la dualidad, pero incumpliéndolas al llegar al poder. En definitiva, en momentos de gran tensión, hemos experimentado las enormes diferencias de criterio de los que aparentaban ser los mismos empresarios, en función de su representatividad, del lado en que se encontraban, de si eran patronales o, por el contrario, camerales.

Y, cómo no, recordamos la decisión de muchas patronales de asumir el mando de las Cámaras a través de las elecciones,  eliminando el peligro y potenciando así nuestras organizaciones a través de su gestión directa. Desde aquella llamada “guerra de las Cámaras” algunos, muy pocos, consiguieron la presidencia de ambas instituciones, dada la división existente que ha llegado hasta hoy. Como ejemplo, en Madrid, desde entonces, los Presidentes de CEIM han ostentado también la presidencia de la Cámara de Madrid.

Pese a todo, las elecciones, en plena batalla por el control de las Cámaras, no llegaron a interesar al cuerpo electoral – el total de los empresarios censados – con una participación cercana al 3 por ciento en el mejor de los casos, lo que demuestra el escaso valor que han tenido y tienen para el empresario medio.  

Por eso nos sorprende sobremanera la decisión del Gobierno de abordar una nueva Ley que potencia sus funciones y prima a las empresas de mayor dimensión en los órganos de Gobierno, al tiempo que obliga a mantener a todas ellas en el censo, eso sí, sin la exigencia  de pago alguno obligatorio, solo por la prestación de los servicios que voluntariamente se soliciten.

La formación, ahora dual, similar al sistema alemán, que se restringe a las patronales, se adjudicará a las Cámaras, al tiempo que se facilitarán los acuerdos de prestación de servicios con las distintas administraciones públicas, en función de su carácter de corporaciones públicas, lo que significa que se limitará la acción de las organizaciones libres de los empresarios, en beneficio de una mayor intervención política en la economía a través de un nuevo ente público corregido y aumentado.

Es una mala noticia para las asociaciones empresariales que verán restringida su acción y limitado su futuro. Los empresarios deberán decidir donde se posicionan y quién le presta los servicios. Seguirá la confusión y la frustración de tantos dirigentes empresariales que ven, una vez más, que la libertad no es la prioridad de nuestros políticos.

Al menos nos queda un consuelo: la posibilidad de transformar nuestras organizaciones en Cámaras y pasarnos todos al sector público, en el que no hay, al parecer, problemas de financiación ni de legitimidad.

 
 Enrique Martínez Piqueras

  Presidente de FEDESMA, Vicepresidente de CEIM
 Miembro del Pleno de La Cámara de Madrid y de la Asamblea de CEOE

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de mayo de 2013

OTRA CEIM ES POSIBLE. . . Y NECESARIA

Esta noche el presidente Aznar en su entrevista de Antena 3 ha dicho lo que muchos españoles, y sobre todo votantes del PP, llevaban diciendo por activa, por pasiva y por perifrástica: así no, este no es el camino, no se le ha dado una mayoría absoluta a Mariano Rajoy para hacer la política que hace. Que lo sabíamos millones de personas, no es ningún secreto. Que nos desgañitábamos gritándolo a los cuatro vientos sin ningún efecto, es obvio.

El presidente Aznar ha hecho lo que se espera de todo líder, que es dar un paso al frente y expresar sin ningún tipo de miedo, pero aceptando las consecuencias, el sentir de una gran parte de la sociedad Española. No se ha puesto de perfil y con el gesto de hoy acaba de descolocar a todo un partido acomodado y adormecido por la falta de democracia interna.

Y su acto tiene la importancia que tiene por esto último: dentro del Partido Popular no existen los mecanismos necesarios para que el sentir de la militancia llegue a la cúpula del poder. La desconexión entre la base y la cabeza es total, y la sensación de desánimo ante la sensación de que los políticos quieren a sus afiliados para que los aplaudan, no para que participen en la política, es fácilmente descriptible.

Esta es la misma sensación que tenemos muchos empresarios y asociaciones empresariales a los cuales se nos niega la posibilidad de pertenecer a CEIM, de defender activamente a nuestros empresarios en los foros donde se gestionan sus intereses. Que la desconexión de CEIM respecto de la realidad, que su capacidad de influencia en la sociedad y en las administraciones ha menguado a la vez que crecía su capacidad de acomodarse al poder político, y que se comporta casi como un club privado encerrado en sí mismo . . . no lo dudan ni los propios miembros de CEIM. Cual Partido Popular Rajoyesco, los miembros de la actual CEIM ,siguen en su inercia, criticando en la sombra y asintiendo en público, haciendo esa política de barra de bar tan cara a los españoles. Y luego envainándosela con discreta elegancia a la hora de dar un paso al frente.

Quizás nos faltan en la patronal figuras de peso pero con perspectiva que hagan lo que Aznar esta noche: asumir como propio el sentir de las bases y aceptar que tienen con su patronal un compromiso. ¿Dónde están esas figuras de la historia de CEIM, de nuestra historia, para que den un paso al frente y cambien el rumbo de nuestra asociación? ¿Dónde están esos empresarios que ya lo tienen todo ganado y que tienen tanto que aportar a su sociedad? ¿Tenemos que quemar a toda una generación de jóvenes líderes empresariales porque los que realmente tienen que dar el paso tienen miedo? ¿Nadie es consciente que con este rumbo CEIM no es una patronal, sino una secretaría de estado?

Una secretaría de Estado . . . uhmmm, para dirigir eso no hace falta un presidente, ni un empresario... basta con un funcionario. Y nos evitamos numeritos como el de alguna vicepresidencia. . . nada que todo el mundo no sepa. Pero hay miedo a perder, justo lo que no tenemos ya muchos empresarios: lo hemos perdido todo, sólo nos quedan nuestros principios y una mala leche del copón.

Manuel Beas Pérez de Tudela
Presidente de ATIEC

martes, 21 de mayo de 2013

LOS LLAMADOS AGENTES SOCIALES, LAS CÁMARAS DE COMERCIO Y OTROS EMBROLLOS POLITICOS (I)


Constitución española de 1978 : TITULO PRELIMINAR : Artículo 7
“Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento, deberán ser democráticos”.

Con este respaldo, entre el artículo 6 dedicado a los partidos políticos con una redacción similar y el artículo 8 dedicado a las fuerzas armadas, la Constitución española marcó el camino a los nuevos sindicatos y a las organizaciones libres de los empresarios, dotándolos de identidad constitucional propia, al estilo de los grandes Textos constitucionales europeos.
Desmantelado el tinglado de los sindicatos verticales del franquismo, alojamiento obligado de unos y otros, superada ampliamente la formulación del régimen de libertades de la Constitución Republicana, los sindicatos no tuvieron demasiados problemas para legitimarse y comenzar su acción, aún cuando muchas empresas no estaban preparadas ante un cambio tan radical como el que intentaron imponer y las crisis empresariales y los problemas derivados del nuevo modelo fueron sus primeras consecuencias.
Los políticos de entonces, alarmados por una situación de conflictividad creciente, trataron de encauzar las situaciones de riesgo por la vía más sencilla: apoyo a los derechos de los trabajadores plasmados en leyes tan obsoletas como el propio franquismo del que procedían y pasividad, cuando no apoyo expreso a los nuevos sindicatos, ante la conflictividad creciente, la desaparición de empresas, el desánimo empresarial y la falta de un tejido asociativo de los empresarios capaz de afrontar los enormes retos que se planteaban a diario.
Por suerte para todos, empresarios importantes, algunos desgraciadamente desaparecidos, otros en el olvido o alejados de los postulados actuales, hicieron frente a la situación y constituyeron las primeras organizaciones libres, liderándolas con honradez y coraje, promoviendo un asociacionismo sano, transparente, representativo de la multitud de pequeños, medianos y grandes empresarios desorientados. Entre grandes y menores actos de reivindicación, nació la gran patronal CEOE que fue capaz de ayudar a cambiar la situación, moderar a los sindicatos y convencer a los políticos, siempre escépticos, de la importancia de su función en beneficio del interés general.
Muchos años después, todo ha cambiado. En poco tiempo, por culpa de unos y otros, sindicatos y patronales han ido perdiendo peso y presencia, aunque no legitimidad. Los desaparecidos liderazgos limpios e independientes, tan necesarios para hacer fiable el sistema, han dado paso a los gestores de intereses múltiples y, a veces, inconfesables, provocando la desafección generalizada de trabajadores y empresarios que reniegan de un sistema concebido para defenderles pero que, en los momentos actuales, los más duros de la democracia, han quedado en la denominación tan simple como inútil de AGENTES SOCIALES, dedicados por entero a la foto con los políticos en actos sin más contenido que el de apoyar la confusa idea de estos sobre las necesarias estabilidad y gobernabilidad, muy por delante de los intereses comunes.
Es el precio pagado por el “pecado original” de haber sido depositarios de la voluntad popular en la ambiciosa formulación de la Constitución española. En palabras del escritor Muñoz Molina, en su reciente libro “Todo lo que era sólido”, el tinglado de todo lo que parecía firme y próspero ahora se hunde ante nuestros ojos: para que todo eso fuera posible hizo falta que se juntaran la quiebra de la legalidad, la ambición del poder político y la codicia, pero también la suspensión del espíritu crítico.
Lo que nos queda ahora son patronales más entregadas al poder político que a los intereses de empresarios y trabajadores, no necesariamente coincidentes, compuestas en su gran mayoría por dirigentes poco propensos a admitir la crítica, el debate abierto ni a potenciar los liderazgos y el asociacionismo generalizado, que han sido los ejes motores de unas organizaciones antes libres y ahora cautivas de sus propias incapacidades para cumplir el papel que les asigna la Constitución de defensa y promoción de todos aquellos intereses que nos son propios, sin más condición que el respeto a la propia Constitución y a la ley.
Nos quedan patronales que incumplen clamorosamente sus propios Estatutos y la obligación de su funcionamiento democrático, sin una sola queja de sus órganos de gobierno. O que mezclan confusamente los distintos órganos directivos y de gobierno, para preservar intereses personales, políticos o ambas cosas. O que, ante la fragmentación de patronales, todas ellas legítimas, esconden su evidente incapacidad bien limitando la participación de alguna que otra o bien solicitando vergonzantemente puestos clave que preserven su representatividad, en aquellas constituidas por los poderosos que, hartos de tanta inanidad, deciden crear nuevos foros para la mejor defensa de sus intereses.
Es la política en estado puro trasladada al ámbito empresarial. El fracaso de un sistema bendecido por casi todos y arrinconado por unos pocos. Y ahora, para colmo, se nos echa encima, con toda su crudeza, el asunto de las Cámaras de Comercio, Industria y Servicios (antes Navegación) que, por su relevancia, dejaré para el próximo capítulo, no sin antes decir que, en opinión de muchos de nosotros, puede significar la muerte definitiva de tantas patronales que se encuentran en tratamiento asistido pero, sobre todo, un nuevo ataque a esa Constitución que algunos políticos parecen querer incumplir, con un desprecio manifiesto y muchas veces público y desafiante.

Enrique Martínez Piqueras
Presidente de FEDESMA, Vicepresidente de CEIM
Miembro del Pleno de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid y de la Asamblea de CEOE

lunes, 13 de mayo de 2013

Nueva Ley de Cámaras; Réquiem por las patronales libres


El último Consejo de Ministros ha aprobado el anteproyecto de la nueva Ley de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación, que lleva anunciándose largos meses y que se ha venido tramitando con un absoluto secretismo pero sin la intervención de los empresarios, ni tan siquiera de los pertenecientes a los Plenos de las 88 Cámaras de Comercio que componen el propio Consejo de Cámaras, que hemos desconocido su contenido en todo momento.

De acuerdo con su articulado, este organismo, reconocidamente inútil, pasará a ser la Cámara de Comercio de España, con la finalidad de contribuir al loable esfuerzo conjunto en la internacionalización de la empresa española. Pretende la acción de todas las de carácter oficial, con el apoyo de las Cámaras de Comercio de España en el exterior, de carácter privado, reforzando así la marca ESPAÑA y el prestigio de nuestros productos en el exterior.

Loable objetivo, sin duda, que deseamos se alcance, pese a que el sistema escogido es el peor de los posibles. Al menos es lo que parece, a juzgar por los escasos datos que    se nos han avanzado y que parece mezclar conceptos tan dispares como la continuación de la  pertenencia obligada de todas las empresas, sin necesidad de pago obligatorio alguno, junto con mayores derechos para aquellas empresas que aporten cuotas voluntariamente, aún cuando la vicepresidenta del Gobierno aseguró que la misión fundamental es vigilar por los derechos de las pequeñas y medianas empresas.

Difícil misión cuando, en opinión de muchos de nosotros, lo que se intenta es potenciarlas, ampliando su campo, abriendo la puerta a que las grandes empresas controlen, de manera efectiva y con apoyo de las Comunidades autónomas, todos y cada uno de los órganos de gobierno y ejecutivos de unos entes que continúan siendo corporaciones de derecho público, ampliamente tuteladas por los responsables políticos y, en consecuencia, limitar la acción de las organizaciones empresariales teóricamente libres e independientes que habían tratado de controlar su actividad, fracasando en el intento.

Lejos están las palabras de José María Cuevas dirigidas al gobierno de Felipe González. “Las mejores Cámaras de comercio son las que no existen”, asumidas por el entonces candidato de la oposición Rodrigo Rato que aseguró que cambiaría la Ley cuando llegara al Gobierno, en apoyo a las patronales libres que establece la Constitución. Y claro que cambió la Ley, pero para situar a su hombre de confianza, Fernández Norniellas, al frente de un politizado y excluyente Consejo Superior de Cámaras, hoy definitivamente defenestrado en beneficio de la marca ESPAÑA.

Lejos están también los esfuerzos de tantos buenos empresarios comprometidos con las patronales auténticas que, una vez más, comprueban como su trabajo y sus convicciones son sepultados por los intereses de los políticos que desconfían de la sociedad y tratan de identificar los intereses generales con sus propios intereses, para evitar las posibles y molestas interferencias que la libertad y la democracia puedan ejercer sobre su caótica y ocultista gestión.

A falta de su debate en el Congreso de los Diputados, mucho nos tememos que el resto de las fuerzas políticas permitan finalizar el trabajo, ya bien avanzado, de debilitamiento y control político de las organizaciones libres de los empresarios, con la puesta en marcha de un nuevo y potente ente público, como siempre repleto de personajes travestidos de emprendedores, yernócratas y otras especies extraídas de la política , cada vez más conocidas entre nosotros.

Y a los empresarios que hemos creído, ingenuamente, en unas patronales libres como la Constitución determina, no nos quedará más que entonar un sentido réquiem por su desaparición efectiva y la nostalgia de los pocos tiempos buenos que tuvimos, convencidos de que nuestro trabajo hubiera podido servir para algo.

miércoles, 8 de mayo de 2013

El Tapón


Este lunes Mariano Rajoy visitó el Instituto de Empresa Familiar y después del discurso de rigor se enfrento a las preguntas de los empresarios. Después de muchos meses alguien conseguía libremente preguntar al Presidente. Y el que contestaba no era una televisión de plasma ni se trataba de una “rueda de prensa” sin preguntas. El presidente se vio interrogado por empresarios de verdad y lo que oyó no le gusto ni un pelo. Se sintió incomodo y los empresarios de base hicieron las preguntas que nuestros líderes empresariales no hacen. Don Mariano no tenía delante al Presidente ni de la CEOE, ni al de CEIM, creía que jugaba en casa, que los empresarios que tenía delante eran de esos pastueños cuyo negocio depende del BOE o una subvención o de llevarse bien con el poder. . . Y no. Le preguntaron gente que sabe que es pagar una nómina, que sabe que es pelear por un presupuesto y que generan riqueza de verdad. El Presidente estaba perplejo, él, que decide desde arriba quien preside o no preside las patronales. Pero ¡Ay! Presidente, no se puede elegir a los afiliados. . .  Puedes elegir que tapón poner a la botella, pero no puedes evitar que se derrame el contenido cuando la abres. Y es que nuestros políticos están acostumbrados a decidirlo todo, quien preside tal o cual ente, o asociación, o fundación. Lejos de ellos el dejar que la sociedad se organice, ELLOS SON LA REALIDAD, son como el niño que quería tapar el sol con un dedo. Así que Don Mariano preferirá reunirse con sus amigos de CEOE-CEIM, que no son tan desagradables como esos empresarios preguntones e impacientes, y que además hacen unas ensaladas y cocidos tan ricos en los catering de los ministerios. Esta forma tan sutil de representatividad se llama democracia inversa: primero elegimos al presidente y luego a los afiliados a presidir, aunque sean cuatro gatos. Lo contrario, es decir, los empresarios eligen libremente a su representante, no está bien visto en un país tan Mariano como este. Cuidado con los tapones, si la botella es de espumoso, cava o ¡qué coño! Un buen champan francés, en cuanto abres la botella el tapón sale zumbando y no hay BOE que recoja todas esas burbujas. Presidentes: la realidad os va a pasar por encima.

Manolo Beas Pérez de Tudela

Presidente de ATIEC y Vicepresidente de FEDESMA

lunes, 6 de mayo de 2013

Del ambiguo lenguaje de las patronales y la necesidad de hablar de claro


A consecuencia de las medidas dadas a conocer por el Gobierno tras el último Consejo, un torrente de críticas, más acertadas que menos , se han derramado en los medios de comunicación para mayor desánimo de ciudadanos en general y empresarios en particular.

La actualización de las previsiones económicas pospone el crecimiento real de la economía hasta bien acabada la legislatura y, en consecuencia, nos prepara ante el inevitable y continuo descenso de la actividad económica con sus terribles secuelas, en forma de desempleo astronómico, impuestos inabordables y mantenimiento de una estructura pública que engulle cualquier ingreso de las administraciones públicas, aún antes de que se produzcan.

Con este cuadro macroeconómico, no se sabe si planteado para acollonar al personal, lo que parece claro es que van a escasear los inversores en los próximos años, los propios por falta de fondos, de financiación y de ilusión y los ajenos porque no merece la pena aportar un céntimo a un país que solamente promete la ruina de las empresas y la miseria a sus trabajadores.

Ante esta avalancha de análisis pesimistas, CEOE y CEPYME, es decir sus presidentes, han emitido un comunicado, tan desmayado e inútil como casi siempre desde hace unos años, del que lo único que merece la pena destacar es su condición de políticamente correcto. Todo lo correcto y político que sus firmantes pretenden, para no enervar al Gobierno y sus ministros, que mantienen el pesebre del que esperan poder continuar alimentándose en los próximos años.

Dicen nuestros próceres que las medidas y las reformas, en el supuesto de que se puedan considerar como tales, van bien encaminadas y valoran positivamente las previsiones económicas actualizadas. A lo más que se atreven es a “destacar aquellas dirigidas a la racionalización del sector público para mejorar su agilidad y eficiencia”. Ni una palabra de más, no vaya a ser que se enojen los que mandan. Del desmadre del gasto público y sus incontables e inútiles entes y el resto de desastres, ni una palabra. Y mucho menos de la ingente mortalidad de proyectos empresariales.

Por el contrario, el Presidente del Gobierno que, dicho sea de paso se pasea  frecuentemente por la “competencia” de las patronales oficiales, ha tenido que escuchar unas cuantas frases en la Asamblea del Instituto de la  Empresa Familiar dignas de ser resaltadas, por su contenido y por la independencia de quienes las han formulado.

 “Llevamos una gran dosis de ajuste, poca de reformas y nada de estímulos”, le ha dicho su portavoz. Y el presidente del instituto, le ha dejado bien claro que “los empresarios necesitamos que se impulsen los cambios necesarios para que las empresas sean mucho más que un recurso fiscal, que sean un capital a proteger, que sean, de verdad y en definitiva, el motor de la la recuperación y no una víctima de la crisis

Entrecanales presentó al actual Gobierno como un voraz recaudador y dijo que, en su opinión, debe haber un marco que favorezca el crecimiento y no ahogue la iniciativa de las empresas. “No podemos correr el riesgo de que no compense emprender ni mantener lo que tanto hemos tardado en construir”, le dijo, además de que “hay miedo a invertir”, recordándole que el crédito al sector público subió un 20% mientras que cayó un 6% el destinado a financiar las empresas.

Como se puede ver, los lenguajes, la forma de explicar la realidad de las empresas, es muy diferente si lo hace un representante independiente, que se juega su empresa y su dinero, que si lo hace un supuesto empresario en nombre de unas igualmente supuestas organizaciones teóricamente libres e institucionalmente representativas.

De esta manera no es extraño que las grandes verdades las diga un periodista independiente, como Ansón que, en un excelente artículo publicado estos días en “el mundo”, titulado Rajoy no es capaz de reducir el Estado, expresa con total claridad lo que pensamos infinidad de empresarios : “Mariano Rajoy no es capaz de disminuir la estructura depredadora de las Cuatro Administraciones, ni de rebajar el aparato burocrático del Estado, ni de reducir el tamaño de nuestro sector público que, desde que empezó la crisis ha crecido en 10 puntos del PIB y ha decidido cumplimentar a Bruselas subiendo los impuestos, empobreciendo al sector privado”.

A nosotros nos gustan más estos mensajes que los que emiten nuestros teóricos representantes, tan sumisos con el poder, tan ambiguos, no vaya a ser que se salgan de lo políticamente correcto y acaben por decir las verdades como puños que el periodista y escritor ha enumerado en su excelente artículo, por el que le felicitamos y aconsejamos leer en su totalidad y para ello lo reproducimos en nuestro blog.

Y es que, en estos momentos, muchos creemos que es necesario hablar claro, pero sería deseable que esos mensajes fueran pronunciados, bien alto, sin dudas ni restricciones, por alguno de los nuestros.