lunes, 29 de abril de 2013

Empresarios de Madrid


De vuelta de un viaje a Qatar, en el que las noticias sobre España han escaseado, la llegada a nuestro país no ha podido ser más impactante.

Unos días fuera, en un clima multirracial, diversidad de empresarios y proyectos, predominio absoluto de negocios privados y amplia sensación de seguridad en el futuro, contrastan vivamente con la impresión del insólito vacío de nuestras empresas, políticos y dirigentes variados, ante la supremacía brutal de lo público, tras las decisiones del último Consejo de Ministros, asumiendo por años el paro infinito, la decadencia obligada, el final de la ilusión de la empresa privada, de las familias. Todo pendiente de decisiones públicas  y el futuro de cualquiera en manos de unos pocos, sin saber siquiera de quienes.

Asistiendo al Congreso Mundial de Cámaras de Comercio en Doha, uno tiene la impresión de no representar nada entre las más de 120 Cámaras de Comercio mundiales y sus 1200 delegados que tratan de adelantarse a las imposiciones de la globalización, apostando por propuestas que las interrelacionen y hagan más representativas.

El ambiente, la agenda global, dominan las ponencias, sus contenidos y sus retos. OPPORTUNITIES FOR ALL, oportunidades para todos, es el lema. Solo tres de las 82 ruinosas Cámaras españolas presentes en el evento. No más de una docena de españoles entre la muchedumbre multiétnica que persigue su lugar al sol de los negocios globales.

Sin embargo, se agradecen las reuniones con la Embajada y los empresarios españoles, organizados en el SPANISH BUSINESS COUNCIL, entidad o asociación privada que los agrupa voluntariamente, conscientes de la necesidad de la unión para el apoyo a sus proyectos, para el avance de sus contratos presentes y futuros. Todos ellos conocedores del país, de sus gentes, de los canales de negocio, de la importancia de potenciar su organización, los esfuerzos conjuntos y la marca ESPAÑA. Porque solo así podrán obtener el máximo rendimiento de su trabajo en los próximos años de grandes inversiones en el país, pese a sus escasos medios.

Es como un retorno al pasado. A aquellos años en los que los empresarios poblábamos las asociaciones, en las cuales la ilusión superaba las escasas expectativas y ninguno esperaba nada a cambio de su trabajo voluntario. Solamente el deseo del progreso general, el de todos y cada uno. Del avance de los negocios para todos: BUSINESS FOR ALL.

El regreso a España, como digo, decepcionante. Los medios de comunicación, al completo, nos trasladan la idea de que el Gobierno, en su última comparecencia, ha venido a decirnos que renuncia a cumplir sus promesas. Acepta la situación y dilata las posibles soluciones: nada de luchar contra el paro imposible, ni de potenciar la labor de los emprendedores con apoyos expresos.

La opinión generalizada es que el Gobierno no encuentra la salida y opta, como hasta ahora, por las soluciones más fáciles: aumento de tasas e impuestos, acuerdos con las Comunidades autónomas para flexibilizar sus déficits, retraso en la promulgación de la prometida Ley de Transparencia, permiso de la UE para trasladar el equilibrio de nuestras cuentas públicas hasta el 2016, vaselina y obediencia a raudales, apoyo mutuo a las entidades bancarias, pero ni una palabra sobre la necesidad imperiosa de adaptar, es decir, reducir, el sector público y sus innumerables e inútiles entes. Pese a los desmentidos, otro aumento del IVA y el IRPF flotan en el ambiente. Las pensiones en el aire. Desaparecido el crédito a las empresas.

Entre la infinidad de noticias negativas, unas declaraciones sorprendentes de los Presidentes de CEOE y CEPYME que dicen estar de acuerdo con las medidas del gobierno. Será por las No medidas, a juzgar por todos los expertos, partidos políticos incluidos. O quizás sea porque el cargo les obliga a una dosis mayor de obediencia, teniendo en cuenta sus expectativas de continuar durante unos años, como banquero ilustre el uno y acomodado perceptor de ingresos patronales el otro. El caso es que parecen ir contracorriente, pese a la inmensa gravedad que la situación supone para las perspectivas de las empresas.

Y para colmo una información, que hoy publicamos, sobre la intención del Presidente de CEIM de unir, en un futuro próximo, la patronal madrileña y la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, en base a un argumento tan pedestre como que somos los mismos empresarios y, juntos, pero bien revueltos, nos vamos a llamar EMPRESARIOS DE MADRID.

Qué gran noticia, si tuviera un mínimo de lógica, porque de la posible fusión caliente se pasó a la fusión fría y, dado que los organismos a fusionar no son compatibles, se han abandonado estos términos en favor de una más que discutible SIMBIOSIS entre ambos que, en opinión de los equipos de comunicación, promete la felicidad y el éxito de la unión entre una patronal creada libre, que ha venido perdiendo el rumbo y una corporación de derecho público, sujeta a la tutela oficial y a cuantos caprichos e imposiciones partan de las filas de los que mandan.

Se dice que está al caer la nueva Ley de Cámaras, prometida y retrasada desde hace más de un año y que en ella se encuentra la ansiada solución a los problemas de unos y otros, pero nosotros nos tememos que, como tantas veces ha ocurrido, se vuelva a abrir la brecha y el resultado sea una mayor división, porque no sabemos si se han enterado pero la simbiosis puede empezar por ser mutualista, proceso en el que ambos se beneficien por igual y acabar en el parasitismo, estadio en el que unos se beneficien a costa del perjuicio de los otros.

Y mucho nos tememos que, en tal caso, estos últimos sean los EMPRESARIOS DE MADRID, antes llamados independientes.  

Enrique Martínez Piqueras

                                                                  Presidente de FEDESMA

jueves, 18 de abril de 2013

¿Es posible otra patronal diferente?


“Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa y eso es, precisamente, lo que nos pasa”   (J.Ortega y Gasset)

Los empresarios nos preguntamos si en una situación tan crítica como la actual no sería bueno dejar a un lado la reconocida tendencia de nuestros dirigentes y organizaciones al pacto y la vaselina en los momentos difíciles, implicándonos con claridad a favor de soluciones que, sin alejarse demasiado de la ortodoxia imperante, suavicen la brutal caída de la actividad económica y sus secuelas en forma de desaparición de centenares de miles de empresas y millones de puestos de trabajo.

Nos preguntamos si no sería positivo posicionarnos a favor de una mayor transparencia del gobierno y de la banca en relación con el crédito a las empresas, sin el cual nada podrá volver a ser lo que fue, especialmente en lo referente a número de empresas, sectores económicos y trabajadores con perspectivas de futuro.

Pensamos que debiéramos insistir, un día si y otro también, en el desmontaje urgente de tantos centenares de empresas públicas creadas al amparo del espejismo oficial con el fin último de colocar a amigos, familiares y correligionarios, aún a costa de distorsionar los mercados y acometer proyectos imposibles o ruinosos.

Creemos estar seguros de que sin la desaparición de ese inmenso tinglado y el enorme coste que conlleva, por muchos esfuerzos de austeridad que se nos exijan nunca podremos equilibrar nuestras cuentas públicas sin acudir a la imposición de mayores impuestos y a la reducción de los derechos de los pensionistas y ciudadanos en general.

Los empresarios nos interrogamos sobre si no sería adecuado que no solamente cada uno de nosotros de forma individual, sino también nuestros dirigentes, nos dirigiéramos a la sociedad para expresar nuestro desánimo ante la continua subida de impuestos sobre el trabajo, la actividad económica y el patrimonio empresarial, que afecta de manera muy significativa a las pequeñas y medianas empresas, haciendo inviable su futuro.

También nos preguntamos sobre las razones por las cuales nuestras organizaciones no protestan de manera intensa y coordinada por las grandes subidas de tasas e impuestos municipales varios, que no mejoran la deficiente gestión municipal en relación con la actividad económica sino que se dedican en buena parte al clientelismo y al crecimiento desaforado de los ayuntamientos que han pasado a ser en muchos de ellos las primeras empresas por número de empleados en sus municipios, al tiempo que las menos eficientes.

Nos sorprende y por ello quisiéramos expresarlo, la actitud de unos sindicatos de otra época, cuyos dirigentes parecen pretender perpetuarse en sus cargos a pesar del evidente fracaso de su gestión, y su discutible función social.

Entendemos que no debiéramos eludir por más tiempo el debate sobre la carga fiscal que recae en especial sobre la pequeña y mediana empresa y la legión de autónomos, mientras la gran empresa goza de condiciones excepcionales que le permiten reducir su factura fiscal de manera importante.

Nos preguntamos insistentemente si hay algún motivo para que, a la vista de tantos escándalos públicos, económicos, administrativos,  que afectan a multitud de empresas, empresarios, administraciones y políticos varios,  nuestros representantes permanezcan mudos, sin criterio aparente.

¿ Y por qué no somos capaces de organizar el acto colectivo, tantas veces reclamado y demorado, en el que miles de empresarios reafirmemos nuestra confianza en la empresa y reclamemos respuestas urgentes y decididas a todo ello, como parte interesada e importantísima de la sociedad que somos ?.

Por lo tanto, nos preguntamos si esta situación, por anormal, puede continuar por mucho tiempo, por qué todas estas preguntas, que merecen respuestas, ni siquiera se plantean en debates abiertos y no se nos ocurre más que intentar analizar sus causas.

La conocida frase de Ortega y Gasset que encabeza este escrito, aunque expresada en un contexto diferente, nos impulsa a intentar llegar a conclusiones en relación con lo que nos pasa. Y lo cierto es que creemos saber lo que nos pasa.

Lo que nos pasa es que nuestras organizaciones, en buena medida, han sido ocupadas por gentes más próximas a los intereses políticos y personales que a los generales. Nos pasa que nuestras escasas decisiones, en consecuencia, comúnmente, están sujetas a la aprobación previa, que impide aplicarlas con la independencia necesaria. Nos pasa que los intereses personales de muchos de los que dicen militar en nuestras filas, priman sobre los intereses comunes.

Nos pasa que, aunque se dice con alguna frecuencia que hay que cambiar las cosas, no hay la menor intención de hacerlo y se incumplen los estatutos y las normas con absoluto desprecio a los derechos de todos. Nos pasa que muchos dirigentes nuestros participan o han participado en órganos mixtos de la administración o en entidades financieras, en representación de todos nosotros, sin dar cuenta de su gestión y de  sus resultados, aunque la consecuencia haya sido el desastre.

 Nos pasa mucho más, por lo que para que las patronales vuelvan a ser lo que fueron y conciten de nuevo el interés y el apoyo de los empresarios, debemos cambiar de manera radical. Debemos promover el debate y la transparencia. Debemos promocionar nuevas generaciones de dirigentes que sustituyan a los que están apegados a sus inútiles cargos. Debemos potenciar a los auténticos empresarios sobre aquellos que se engañan a si mismos al tiempo que intentan hacerlo con nosotros. Debemos cumplir los Estatutos con seriedad y firmeza.

Y por tanto, algunos hemos decidido empezar a trabajar sobre ello, a través de una plataforma que se inscribirá en internet con el título de OTRA CEIM ES POSIBLE, a la que están invitados todos los empresarios de buena fe que se sientan capaces de participar y aportar ideas e incluimos un documento de análisis sobre La estructura de CEIM y sus propuestas de solución.
 
Adjuntamos informe de la estructura de CEIM en el siguiente enlace:
Informe Estructura CEIM

lunes, 8 de abril de 2013

Sindicatos y EREs


La opinión pública está siguiendo con interés el proceso que la Juez Alaya ha relanzado en relación con la concesión de ingentes cantidades de dinero público en el llamado caso de los ERE, Expedientes de Regulación de Empleo fraudulentos de la Junta de Andalucía.

La titular del Juzgado numero 6 de Sevilla, reincorporada tras su larga indisposición, ha puesto en marcha la máquina del poder judicial y en pocos días ha comenzado a desentrañar un caso que puede superar con amplitud los peores augurios que los ciudadanos intuíamos tras la primera parte de la instrucción del sumario.

El asunto es escandaloso en sí mismo, tanto por las enormes cantidades de dinero público que se manejan, como por la intervención de multitud de políticos, beneficiarios, comisionistas, intermediarios, testaferros,  pero especialmente, en nuestra opinión, por sindicalistas de variada condición e incluso de los grandes sindicatos, posibles receptores de importantes cantidades en su papel de cooperadores activos o pasivos.

Llama la atención, en la larga trayectoria del proceso de concesión de los expedientes, que ningún responsable político de cierto nivel, más allá del pintoresco Director General de Trabajo y su insuperable, por increíble, equipo de personal de la más intima confianza, tuvieran la menor idea de lo que se ha estado gestando en Andalucía a lo largo de tantos años.

Pero, sobre todo, produce asombro el papel de los sindicatos en todo este enorme embrollo. Que los sindicatos hayan podido percibir cantidades de dinero importantes por su apoyo a los procesos de regulación de empleo sin profundizar en ellos, ni mucho ni poco según las noticias que nos llegan, sin interesarse en exceso por la continuidad o la pervivencia de las empresas o por las posibles irregularidades de la inclusión de personas ajenas a las mismas, no deja de ser una variante más del sindicalismo gregario y residual que tenemos que soportar los empresarios.

 Llevamos demasiados años aceptando pasivamente  su intervencionismo en todo tipo de actividades,  en un desempeño de su función, con frecuencia de carácter politizado y matonista que ha conducido a demasiadas empresas a la ruina o la desaparición y a centenares de miles de trabajadores al paro sin solución ni futuro, por su concepción totalitaria de la supuesta defensa de los derechos de los que dicen representar.

Cualquier empresario que se ha visto abocado a una adaptación de su empresa a las necesidades del mercado en un determinado momento, con independencia de su tamaño, sabe que ello ha tenido y tiene un coste. Por lo regular, el coste de una negociación que aumentara las indemnizaciones de los trabajadores, sin importar el futuro de empresa ni trabajadores y con alguna que otra contrapartida directa o indirecta a los propios sindicatos.

El caso de los ERE es la versión máxima de esta práctica que ha dado una fuerza y una presencia excesiva a los sindicatos, en virtud de unas leyes laborales que afortunadamente han comenzado a modernizarse. Hoy, la jueza Alaya ha empezado a poner ante la opinión pública, de manera descarnada, la intervención de sindicalistas y cómplices varios, también políticos, que han venido creyendo que el dinero público se podía utilizar como un arma para la potenciación de la acción de unos, el beneficio de los allegados, el enriquecimiento de otros y el mantenimiento artificial de un tejido productivo insostenible debido a tanto intervencionismo interesado.

La Constitución reserva un papel esencial a los agentes sociales, también a los sindicatos que limiten su papel en aquellos asuntos que les son propios, defendiendo el futuro de los trabajadores y de las empresas, con transparencia, diálogo sincero, democracia interna y en los ámbitos que les corresponden y que, desde luego deben estar bien alejados de la política y de los Consejos de Administración.

Pero ha llegado la hora de que cada uno acepte cumplir su papel, empresarios, trabajadores, políticos de toda condición, agentes sociales, porque la situación de la economía española no permite ninguna alegría y, mucho menos, noticias e irregularidades de este calado.

Nuestro agradecimiento a la juez Alaya y el deseo de que llegue hasta el fondo de tan pantanoso y putrefacto asunto.